II Monólogo de Alberto

La noche llega en seguida y con ella irrumpe, como si se tratara del alto y brillante aparecer plateado de la luna, los pegajosos bostezos del sueño, la fatiga y el cansancio, si justo acabo de abandonar la cama, si justo acabo de posar mi pie contra la puta baldosa y hace nada me cepillé los dientes para después desayunar par de tostadas y tazón de leche y ya es de noche. Qué frío trae la baldosa, escalofrío, pie tullido, constipado, que me resfrío, el coronavirus... Debería usar calcetines gruesos y bien almidonados, bien gruesos, que no enfermen las plantas de mis pies. Los de reyes. Enero. Los caramelos lanzados al aire en la cabalgata, volando, esas alitas blancas de plástico, la sonrisa indulgente de papá y aprieta el hombro blando de mamá y le mira con los ojos aguados..., ahora no… Qué expresión: plantas de los pies. Toma un ramo de orquídeas y me desato las ligas, me quito el zapato, me arranco el calcetín, hay un agujero sobre el pulgar medio amarillo y estiro mi pie maloliente contra tus suaves y blancas manos de niña. Aquí tus orquídeas florecientes entre los dedillos de mi pie izquierdo, no seas tímida, acepta este hermoso ramo de orquídeas. Arráncalas de su fértil pie y no te preocupes, no me va a doler. Pormenores y hábitos de la planta del pie. Insaciable y divertida idiotez, delirio de ocioso, de aburrido, de solitario, de perdido de la vida… ¿Cuándo terminará esto?, empiezo a sudar, ¿podré viajar lejos, casarme en Indonesia?, ¿podré escribir la novela, ir presentándola por ahí, por librerías? No he pensado lo suficiente. No pienso. No sé pensar. Raquel lo dice con solo una mirada de refilón cada mañana: gilipollas este, encima da clases. Soledad para reflexionar y elevarse y flotar. Ser mejor profesor. Qué cosas piensa uno a veces… La montaña solitaria. No sé en qué pensar. Elévate. En mí. Hacia dentro, apunto hacia dentro, mirada introspectiva, hacia lo hondo, hacia lo oscuro. Algo debe andar raro ahí adentro. Contra la pendiente del váter. No salpicar, que no haga ruido la meada. Sutileza, elegancia, refinamiento intachable en baños públicos. No ser vanidoso con el estruendo del chorro. Actitud irreprochable, plausible, dignificante, viril, merezco salir del baño público y recibir una orgía como premio. Y yo el único hombre. Sí, sí... Calma. Reflexiona, reflexiona, reflexiona algo, pienso algo de una puta vez, aprovecha esta oportunidad de estar solo. No hay que martirizarse. Intentar ser mejor profesor, que los chicos sean más curiosos y que descubran el placer de la lectura me dice Abril y que les hará libres y que les hará más felices y que harán bien a la sociedad y que en un futuro me lo agradecerán… Abril, qué lejos… confinada con sus padres, 80 y pico años,  son fuertes como ella, qué pena, echar de menos otra vez, qué lejos... Solo, aprovecho, a ver si pienso algo. Nadie molesta, nadie da la lata, nadie da la bronca, nadie echará en cara que tenga esto destartalado, despistes, la dejadez, el enfado con el instituto, la lástima por los chicos, por Sofía pobre chica, mi mudez al no saber que más, que por qué la miro así o asá, que por qué no la llamo…, no sé… ¿La quieres?, ¿si estoy mejor así? no me quiere… Tengo que dejar de golpearme. La pregunta, ¿la quiero?... ¿Qué es amor? ¿Acaso sé qué es el amor? Supe en seguida que debía acercarme a ella y no separarme y no sé por qué. No sé cuál es la razón, acerté, ya está... Chiripa. Desear que sea feliz, evitar que sufra, acompañarla si sufre y hacerla reír si se viene a abajo…, lo hago, no sé… Hablar en clase del amor. Preguntar a los chicos por el amor… ¿Qué dirá Sofía, pobre criatura? 13 años, algo deben saber del amor los niños… La jaqueca, la jaqueca de papá… joder, no aguanta uno… Voy a cerrar la ventana, entra corriente y frío de la calle, qué silencio. Sin el ruido de coches y motos que se creen Fast and Furious corriendo a toda prisa, ahora el silencio solo lo rompen los pájaros. A ver si termina esto pronto, un día menos. Voy a leer un poco, me pondré una copa de vino y cortaré una gruesa rodaja de queso… ¿La quiero? Primera vez que lo oigo de noche. Qué bonito, ojalá ella lo escuche y sienta esto mismo que siento yo… El lejano cantar de un pájaro…, roto el silencio.

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